Sin
procesiones, ni retumbar de tambores en las calles es oportuno recordar y
revivir algunos pasajes emotivos de nuestra Semana Santa. Son conocidos y
ampliamente divulgados los momentos especiales
de otras poblaciones como Sevilla (Madrugá), Málaga (Legión), Cuenca (Turbas),
Zamora (miserere), Valladolid (sermón 7 palabras), Murcia (Salzillos), Lorca
(Desfiles bíblicos), Valencia (Desfile de Gloria), Crevillent (dianas), Aragón
(Rompida), etc. Tarragona también los dispone abarcando tanto el ámbito del
simple espectáculo como el de la religiosidad. Tenemos el denominador común de
un incomparable escenario urbano-monumental puesto de manifiesto en diferentes
instantes de la Semana Santa.
Empezamos
con el atardecer del Domingo de Ramos. Nos encontramos con el Via Crucis de la Sang, en su transcurrir
por el Passeig Arqueològic. Pocos sitios cuentan con semejante entorno. Las
piedras de las murallas forman un imponente y privilegiado decorado histórico dando
escolta al sigiloso transcurrir de la imagen del Crist de la Sang, constituyendo extraordinario y único marco de
postal.
Nos
trasladamos a la temprana mañana del Viernes Santo, después del sermó de la bufetada, con otro piadoso Via
Crucis. En esta ocasión de carácter sencillo,
intimista, carente de expectación pública en donde prima la gravedad, el
recogimiento y la devoción. El traslado del Sant
Crist de la Sang desde la plaza del Rei, entre hileras de encapuchados, con
el cando de miserere de fondo es el preludio de la entranda en la penumbra de
la catedral iluminada solamente por los resplandores de las hachas dentro de
una emotiva y fascinante atmosfera. Su transcurrir por las calles solitarias de
la Part Alta desgranando las catorce estaciones de la Pasión de Cristo y la
llegada a la citada plaza son la expresión de un particular fervor, reservada a
quienes sienten un espíritu religioso por encima de otros aspectos. Hay que
vivirlo.
La
tarde del Viernes Santo nos aguarda diversos momentos emocionantes. Desde los
acatamientos de armats hasta la subida
de la Baixada de Pescateria. Estamos en la recollida
de misteris, quizás, el acto de mayor atractivo para el público en general.
A los forasteros les asombra e impacta, despertando el comedido entusiasmo de
los espectadores. Representa una especie
de resumen o tráiler de la posterior procesión del Santo Entierro permitiendo
una mayor visibilidad y estimación de los pasos en sus diferentes aspectos. Además
existe el valor añadido de reconocer el meritorio esfuerzo de los portantes tanto
de los pasos a hombros como de los empujados a ruedas. Llama la atención la
particular utilización de ganxos, cosa
poco o nada habitual en el mundo semansantero. A nadie deja indiferentes.
El Sant Enterrament a la Baixada Pescateria | Arxiu Setmana Santa TGN |
Lo anterior invita a desarrollar la siguiente metáfora relacionada con la vida. El ascenso lento simbolizada un paulatino tránsito desde la adolescencia a la senectud, superando de manera sosegada y madura los distintos avatares de una existencia sin la impaciencia de alcanzar el esperado final. La rápida, es el intento de lograr el objetivo con ímpetu, sin reservas, enfocando el reto con decisión de culminar y controlar las dificultades con resolución, aunque este empeño represente acabar con el aliento al límite. Finalmente, la subida a ruedas requiere, de antemano, la solidaridad y ayuda ajena, pasando del inicial empuje juvenil a una paulatina modulación del esfuerzo con miras a concluir el trance con la necesaria y ajustada energía. La expectación y multitudinaria curiosidad de antaño, al entrar en la citada plaza, se ha visto mermada por las medidas de seguridad impuestas por las autoridades. Una pena.
Metidos
en la procesión del Santo Entierro se pueden elegir diversos instantes y
lugares. Uno de ellos es en el Passeig de Sant Antoni y el acceso a su portal
barroco del S.XVIII. A la izquierda del transcurso de la procesión tenemos como
testigo las impresionantes piedras ciclópeas y sillares de la muralla que soportan
las fachadas traseras de viviendas en donde destacan sus amplios ventanales
enrejados. Frente a ello se percibe el nítido reflejo de la luna llena en el espejo
del mar. El resonar de los tambores
retumba en las paredes para luego disolverse en el aire mediterráneo. Pocos
lugares gozan de esta inusitada combinación alrededor de un desfile procesional.
Situados
en las calles y plazas colindantes a nuestra catedral esperamos escuchar el
toque horario desde su campanario. Al oírlo nos envuelve una sensación de
evasión mental, de escapar del cotidiano ajetreo y la ansiedad existencial de
la vida actual como si nos trasladáramos a otros tiempos. Esta impresión se ve
incrementada cuando el sonar coincide con el silencio de las bandas. Es una
clara e inequívoca imagen de Tarragona digna de resaltar acrecentada al paso de
la procesión.
Tenemos
unos minutos de oro en la dificultosa travesía de los pasos por la Calle del
Claustre. Las maniobras de los portantes
para encarrilar debidamente la estrechez de la misma son representativas de una
casuística procesional muy particular de nuestra ciudad. No es fácil presenciarla
en vivo y directo. Aunque se dispone de la retransmisión de TAC 12 de más de
tres horas, sería interesante divulgar un video con imágenes de como salva la
situación cada uno de los misteris resumido en menos de media hora. Lanzado en
YouTube pondría poner en valor esta singular peripecia como una de las
curiosidades destacadas de nuestra procesión del Santo Entierro. Una recóndita
liturgia merecedora de mención.
El Sant Sopar al carrer del Claustre | Arxiu Setmana Santa TGN |
La Baixada de Misericordia permite disponer de otro privilegiado lugar donde se pone a prueba la coordinación y trabajo en equipo de los portantes de pasos a hombros así como el buen hacer de las personas que conducen y frenan a los de ruedas. Momentos para contemplar entre admiración y una cierta dosis de morbosa expectativa. Siempre hay alguien esperando un determinado percance.
Medianoche
en la plaza del Rei. Final de la procesión después de haber salvado por segunda
vez la asunción a la Baixada de Pescateria. Antes se convertía en una diáspora
de participantes. Desde hace unos años, se ha ido revalorizado mediante un acto
sencillo, entrañable y de hondo simbolismo. El Sant Crist y la Soledat
frente a frente en una especie de despedida. Además de los acostumbrados goigs
se echa de menos la interpretación musical de una marcha procesional por parte
de la banda de música. Por ejemplo, la dedicada a Tarragona.
En
lo expuesto anteriormente no son importantes los valores artísticos o
estéticos. Priman los aspectos emocionales y simbólicos rodeados de una pizca
de romanticismo. Tampoco debe extrañar que las opiniones sean de carácter
subjetivo al ser fruto de sentimientos un tanto personales. En Tarragona, quizás,
pecamos de ser un poco reservados, guardadores de nuestras cualidades y parcos
en dar notoriedad a estas peculiaridades. Ni las instituciones favorecen su
propagación y publicidad tanto externa como doméstica. No se tiene la
suficiente claridad de ideas acerca del contenido y lo que representa nuestra
Semana Santa a nivel histórico, cultural, social, turístico-económico y de
renombre para la ciudad. Por eso conviene poner de relieve, de vez en cuando,
nuestras señas de identidad, resaltando sus MOMENTOS únicos y singulares. La
Semana Santa de Tarragona, ¡existe!