Ha
transcurrido el verano. Dentro de unos días pasaremos el ecuador del año
semanasantero. Me anticipo para tocar un tema recurrente como es el desarrollo
de la procesión del Santo Entierro de Viernes Santo. Quizás caigo en un error
el afirmar que existe una opinión general
sobre este importante acto, calificándolo, en pocas palabras, de lento y pesado
para los espectadores y participantes. No es el único problema, pero si el
principal. Basta observar la cantidad de público al inicio y al final. Esto
significa algo.
Todos
los años, desde la Sang, se realizan esfuerzos para mejorar su funcionamiento
mediante una comisión creada especialmente para ello elaborando una normativa a
seguir y luego un informe final en donde
se exponen las incidencias observadas.
No cabe duda de la existencia de un interés por atinar con las soluciones
adecuadas. Pero no se termina de dar con la tecla adecuada. La comisión debe
encontrar serias dificultades para evaluar su informe y proponer medidas. No tropiezan
ante la ordenación de una sola procesión sino de varias al mismo tiempo. Da
la impresión de que cada cofradía
realiza su propio desfile sin pensar en
resultado del conjunto. En un símil futbolero diríamos que cada uno juega su propio
partido.
Desconociendo
el detalle del citado informe intuyó que los aspectos puestos de relieve
giraran, en líneas generales, entorno a los siguientes puntos:
- a) Las “pasadas” de los armats pueden ser un factor de incidencia.
- b) También los descansos de los pasos llevados a hombros.
- c) El lento ritmo de dos pasos, en concreto, frenan el transcurrir de las restantes cofradías.
- d) Problemas de coordinación y entendimiento entre los arregladores de cada cofradía y los de la Sang.
- e) Dificultades en el cumplimiento de las normativas (distancias, medida del sonido de las bandas, vestuario, respeto, etc.) establecidas de antemano.
Bandera negra de la Sang. Foto: D. Pallejà |
Punto
b). En lo referente a los descansos de los pasos llevados a hombros hay dos
interpretaciones. Cofradías con posibilidad de jugar a una especie de acordeón
al situar el misteri a mitad de la filas, frente a otras con pocos
participantes cuyo único recurso es detener toda la cofradía, distanciándose de
la precedente. Habría que calibrar la posibilidad de inmovilizar y descansar todos
los pasos al mismo tiempo. Cuestión de analizar por medio de una procesión
virtual en ordenador.
Respeto
al apartado c) el foco de atención se dirige hacia la cofradía con pasos llevados a hombros de distinta
manera al resto y además cuanta con la dificultad de no poder aplicar la
“goma”, según el argot ciclista. Estamos ante un aspecto considerado como
estructural aceptada de principio. Sería deseable y de agradecer que la
cofradía afectada pusiera empeño, raciocinio e imaginación para resolver el
problema. A primera vista solo cabe dos
alternativas: una de mentalización para tomar la decisión de cambiar la actual
modalidad denominada familiarmente como “a la andaluza”, o dos, resolver el
problema de índole técnico ampliando el espacio del pasito (por ejemplo, si
ahora es de 20 cms. Intentar duplicarlo). Desconozco si esto puede llevarse a
cabo sin la presencia de los habituales ganxos.
Detall del pas del Cristo del Buen Amor. Foto: Daniel Pallejà |
La
primera impresión es que no remamos en el mismo sentido o con idéntica
intensidad. Hay un timonel con
tripulantes bogando a su aire. Esto puede obedecer a varios factores:
- No existe una responsabilidad compartida en cuanto al funcionamiento y desarrollo de la procesión.
- La entidad organizadora no logra transmitir esta responsabilidad o no tiene la suficiente fuerza para hacer cumplir sus medidas.
- Los personalismos entorpecen las buenas intenciones.
- Escaso espíritu colaborador ante un interés común.
- En última instancia se acepta el problema como algo irreversible. Los parones y la lentitud son cosas que “También suceden en procesiones de otros lugares”.
Pero
volviendo al símil futbolero. Si los resultados no acompañan a lo mejor es
conveniente pensar en cambios, en algo diferente. Históricamente la
organización de la procesión recae sobre la Sang. Pero es evidente que esta
tradición viene de otros tiempos y circunstancias. Actualmente hay más
cofradías y pasos. Incluso el aspecto sociológico ha cambiado mucho perdiéndose
el valor jerárquico de antaño, siendo reflejo de una sociedad compleja y
variada.
Las cofradías ya no obedecen a criterios meramente gremiales,
profesionales o sociales, adquiriendo un protagonismo en actos y personas no
existente anteriormente.
Arrengladora de l'Ecce-Homo. Foto: D. Pallejà |
Quizás
sea el momento de efectuar algún cambio
“transmitiendo” o “cediendo” poderes a la Agrupació d’Associacions de Setmana
Santa de Tarragona, involucrando
mayormente a las cofradías en la ordenación y desarrollo de la procesión. Sin
romper con la tradicional titularidad, en manos de la Sang, cabría la
posibilidad intentar transformar un tanto lo que, a nivel empresarial, se
denomina “organigrama ejecutivo” en
forma de pirámide participativa, incrementando la responsabilidad de las
distintas cofradías quienes, precisamente, deberían adquirir el compromiso de regular el correcto
funcionamiento poniendo sus propios medios. No sería la Sang quién solamente
tiene y debe resolver el problema. Son el conjunto de cofradías las interesadas en participar y poner empeño en trabajar para el buen
funcionamiento de la procesión. Incluso no sería necesario intercalar
arrengladors de la Sang en medio de las filas de otras cofradías evitando
suspicacias y roces.
Alguien
puede argumentar que, después de todo, seguiríamos con el mismo problema
subrayando que en el fondo subyace una cuestión de mentalidad, de actitud, de
manera de ser, de disparidad de criterios, de carencia de un interés común, de
soslayar enfrentamientos, de antiguos enconos y de objetivos contradictorios,
de diálogo de sordos... ¿Las cofradías ofrecerían la debida colaboración?, ¿Recogerían
el reto en su justa dimensión?, ¿Seríamos capaces de romper la actual tendencia
de que cada uno va a lo suyo?, ¿Llegaríamos a tener una visión del todo en
lugar de lo particular? Me consta que romper con tradiciones establecidas
cuesta mucho y más en cuestiones como esta, pero se podría dar un margen de
confianza y probar mientras exista una posibilidad de mejora.
La
distancia con la que escribo puede hacerme percibir las cosas de manera
diferente pero pongo en evidencia un problema subsistente todos los años. Se me puede achacar una visión muy personal
y alejada de la realidad. No está en mi ánimo crear
innecesaria división ó polémica destructiva. Todo lo contrario. Aporto una opinión
movido por un sentimiento de querer
mejorar una situación para bien de
nuestra Semana Santa. Estamos hablando del
principal acto de nuestra Semana Santa de Tarragona, la procesión del
Santo Entierro del Viernes Santo. No se nos olvide.