Sigamos hablando… de
nuestra Semana Santa. Para un buen porcentaje de personas no toca volver departir
de la misma hasta el próximo año. Pero los que la vivimos y sentimos seguimos
“enganchados” a ella y no podemos eludir la tentación de comentar diferentes
aspectos que afectan a su desarrollo. Uno de los temas que nos proporciona
materia de deliberación y debate gira entorno a la encrucijada de la actual
situación y por consiguiente a su futuro. Analizar esta cuestión supone contemplarla desde las dos clásicas
perspectivas: la de media botella llena y la media botella vacía. Con
independencia de los titulares mediáticos hay datos que nos acercan más a la
última opción. Se detecta un descenso en
el número de integrantes de las cofradías, en la participación de procesiones y
en general en la expectación de las calles. Sin incurrir en alarma, pienso que debemos
examinar y diagnosticar este escenario que, en mi opinión, obedece a un
compendio de cuestiones que abarcan los siguientes aspectos:
Dimecres Sant. Portant del Sant Crist de NPJP Foto Daniel Pallejà |
1) Religioso
2) Sociológico
3) Tradicional
4) Económico
5) Organizativo
1.-RELIGIOSO
En
las actuales circunstancias no suele ser una motivación básica. Somos
conscientes de la crisis de creencias y valores religiosos en buena parte de la
sociedad actual. Tampoco se percibe un conocimiento profundo de lo que es y
representa la Semana Santa. Actualmente se echa en falta una especie de sedimento
o poso educativo destinado a entender y conocer la Pasión de Cristo. Una rápida encuesta a los participantes de una
procesión preguntando cuál es el sentido de la misma y de la escena
representada en el paso que acompañan daría resultados sorprendentes. Intuyo y
me atrevería a decir de que se trata de la carencia de una base formativa,
confusa o superficial. La religión ha dejado de constituir un hecho cultural y
educativo para pasar al ámbito íntimo y personal.
En
nuestra ciudad la vinculación entre
parroquia y cofradía roza la inexistencia por cuestiones, diría, de crecimiento
urbanístico y por una desconexión del clero con la organización cofrade. Las
iglesias tradicionalmente ligadas con las cofradías se han quedado con pocos
feligreses o solamente hay una puntual relación en determinados momentos o
circunstancias. No se percibe una cotidiana, amplia y fluida relación. Quizás
el Serrallo pueda ser una singularidad.
Por
otra parte las imágenes más representativas o emblemáticas de nuestra Semana
Santa (Cristo de la Sangre, Soledad, Nazareno, Piedad, Ecce-Homo, Santo
Sepulcro…) no son objeto devocional al no estar visibles cotidianamente nuestros templos, cosa
que no ocurre en otros lugares de
nuestra geografía. Las imágenes de la
Cofradía del Cristo del Buen Amor pueden ser una excepción. Con esta premisa no
debe extrañar la falta de arraigo sentimental o devoción a transmitir. Espero
que la nueva ubicación de pasos en la iglesia de San Agustín constituya una
oportunidad de conocer nuestro
patrimonio artístico además de mostrar el simbolismo religioso enseñando lo que
representan las escenas de los pasos, en deseables y convenientes visitas
colegiales.
Recuerdo
que en el último Encuentro Nacional de Cofradías de Semana Santa celebrado en
Tarragona bajo el lema “Atrio de los gentiles” se insistió mucho en la
necesidad de un mayor acercamiento, formación y correspondencia entre clero,
cofradías, parroquianos, devotos, simpatizantes. Esperemos que tenga eco en
nuestra ciudad.
2.-SOCIOLÓGICO
En
este contexto caben varios apartados:
a) El Familiar.-Los profundos cambios del actual
entorno familiar no son favorables para ejercer la tradicional influencia de
padres y abuelos. La complejidad y desestructuración, en algunos casos, del
ambiente familiar no son caldo de cultivo para la transmisión de este tipo de
tradición y religiosidad. Por esto es importante que este hilo de conexión
familiar denominado vulgarmente de “abuelos a padres y estos a hijos” no se
pierda fomentando el denominado arraigo
familiar a la Semana Santa.
b) Incorporación de la mujer.- Fue el
motor de la recuperación de los años 80 y 90. Pero hay un dato llamativo como
es el descenso de afiliación a la Cofradía de la Soledad. Habría que estudiar
esta circunstancia que no sé si atribuirlo a una cuestión generacional, a una coyuntura temporal o que la afiliación
femenina, antes centrada a esta entidad, se ha visto diversificada a otras cofradías.
En otro
sentido, la mujer, va teniendo una paulatina incorporación a los órganos de
gobierno de las cofradías, pero todavía se debería apostar por su mayor peso y
responsabilidad ya que la condición femenina puede introducir un impacto innovador,
imaginativo, de apertura y permuta de unas estructuras tradicionalmente dominadas
por hombres, cerradas e inmovilistas producto de su larga historia.
c) Entorno urbano.- Parte del crecimiento
urbanístico de Tarragona se ha basado en barrios periféricos propiciando una
dificultosa integración en nuestra Semana Santa centrada en actos desarrollados
en las principales calles de la ciudad antigua. Las cofradías están asentadas
en entornos de la Tarragona de antes. Para quienes viven en el extrarradio del
casco urbano tradicional les debe resultar peliagudo acudir a los principales
actos y verse involucrados en los mismos. La integración de este tipo de
población la considera una ardua misión a no ser que exista una previa conexión
familiar.
Portants del pas de l'Oració a l'Hort. Foto Daniel Pallejà |
d) Juventud.- Meollo de la cuestión ya que, en
estos momentos, su participación está enfocada, principalmente, a las bandas de
percusión o como portantes, siendo más extraño encontrarlos en las filas o en
las cúpulas de la organización cofrade. Quizás sea consecuencia de los factores descritos anteriormente.
Reconozco la
existencia una parte de gente joven integrada y comprometida pero parece que no
hay demasiado buena sintonía y
conocimiento de lo que es y representa la Semana Santa. En ocasiones emerge la
juvenil tendencia a “pasarlo bien” poco compatible con una procesión. También
aparecen las clásicas divergencias de objetivos y funciones. A esto solamente
le veo una solución pedagógica: hablar y explicar bien las cosas sin llegar al enfrentamiento personal o
generacional.
Reconozco una
dura competencia. La juventud tiene una
gran oferta de alternativas de ocio, viajes y otras tradiciones más divertidas.
Los actos de la Semana Santa no les propician una especial atracción. Incluso
empieza a ser difícil reclutar portantes de pasos entre esta fracción de
población dadas las exigencias de sacrificio que significa. Surge la pregunta
del millón: ¿Cómo afrontar esto?
Quizás convendría
abrir las puertas para saber conocer sus
inquietudes posibilitando una mayor confianza mutua. En definitiva, entenderse.
Es un problema de comunicación y persuasión. Pero también pueda que estemos
ante una falta de un profundo y amplio sentimiento
“semanasantero” del que voy a describir a continuación.
Aspirant de la Congregació de la Mare de Déu de la Soledat Foto Daniel Pallejà |
3.-TRADICION
Los
años ochenta y noventa por cuestiones sociales, políticas, ideológicas o costumbristas
tuvo lugar un significativo empujón a la Semana Santa. Hubo una generación de
hombres y mujeres que se pusieron las pilas. Pero actualmente parece haber
tocado techo y se aprecia una menor participación. Las afinidades tradicionales
y populares se orientan hacia otras ofertas más atractivas o lúdicas como
castells, fiesta de Santa Tecla, carnaval. Parece ser que las costumbres
religiosas no seducen tanto. Aquí nos encontramos con la debilidad de un arraigo social de nuestra Semana Santa.
La
transmisión de las tradiciones es una cuestión tanto institucional como social
y familiar. Lo que estoy viendo, desde
una opinión muy personal, es una
sociedad tarraconense que, en parte, participa o presencia los actos de la
Semana Santa pero con una cierta expectación carente de entusiasmo, con puntual interés en ocasiones, días o meses. Pero
existe otra fracción de ciudadanía que pasa de todo ello. Dicho en otras palabras
noto a faltar la pasión y la sensibilidad que observo en otros lugares en donde
desde el Bar de la esquina (profusión de cartelería, estampas, fotografías, imágenes,
calendarios, recuerdos) hasta la iglesia parroquial se “huele” ambiente cofrade
o de Semana Santa. A esto se le llama, en algunos sitios, sentimiento. ¿Cuestión de carácter o de idiosincrasia? Puede ser.
4.-ECONOMICO
La
actual crisis económica, acusada en el ámbito familiar, puede representar otro
factor determinante para justificar la no afiliación a una cofradía.
Personalmente me parece un extremo demasiado exagerado considerando que las
cuotas a pagar, incluyendo alquiler de vesta, no sobrepasan, en general, los 30/50
euros anuales. Acepto que para la prioridad de una familia ocupe un
lugar menos trascendente respecto a otros dispendios considerados más
atractivos o seductores. Imagino que, para algunos, esto supone un escalón
inferior a la consumición de unas cuantas cervezas o copas en las fiestas de
Santa Tecla, por ejemplo. Estamos ante un síntoma de falta de implicación de una sociedad en general
sin dudar de la buena voluntad, dedicación y esfuerzo de un determinado grupo
de personas.
Banda Infantil de la RGJN. Foto Daniel Pallejà |
5.-ORGANIZATIVO
El
desarrollo de la procesión del Santo Entierro, nuestro principal acto, no invita
demasiado a la participación ni a la presencia de espectadores. Pero de esto es
un tema monográfico para tratarlo en otra ocasión.
La
comunicación y el proselitismo no es punto fuerte de nuestras cofradías. Surge
la duda de si las organizaciones cofrades
tienen un objetivo o espíritu de movilización, divulgación y reclutamiento más
allá de lo estrictamente formal o de un “boca a boca” un tanto personal, íntimo
y familiar.
En
las actuales circunstancias hace falta algo más. Hay que saber vender el valor
de nuestra Semana Santa en los ámbitos histórico, cultural, artístico, tradicional y religioso. No digo
que campañas de publicidad ni cosas parecidas, pero si actos menos
institucionales y más de cara a la calle (populistas dirían algunos). Además de
los encuentros de bandas podrían darse
jornadas de puertas abiertas, visitas guiadas para los escolares a los lugares donde se albergan los
pasos, diferentes
tipos de charlas o conferencias desde el punto de vista histórico, pasando por
la visión artística patrimonial (hablando de los pasos y sus autores en
concreto) hasta llegar a la técnica y las medidas a tener en cuenta para llevar
un paso desde la perspectiva de una buena preparación físico-sanitario, etc.
¿Quién puede hacer esto?. Creo que, quizás con cierta inocencia, en el
colectivo de cofrades pueden salir voluntarios (por ejemplo jubilados) para
realizar esta labor.
Con
los anteriores comentarios pretendo,
además de realizar un apretado análisis de nuestra Semana Santa, que sigamos hablando de la misma sin esperar
abrir el debate hasta dentro de unos
meses. Por esto invito a quienes me lean a que den su opinión.