divendres, 15 de gener del 2021

ESPERAR SIN DESESPERAR

 

ESPERAR SIN DESESPERAR

A menos de tres meses vista se puede aventurar otra Semana Santa casi en blanco. El Covid19 sigue presente en sucesivas oleadas y mutaciones. Con la esperada vacuna iniciando su largo recorrido, en abril, estaremos lejos de la llamada “inmunidad de rebaño”. Siendo realistas transitaremos de puntillas por la Semana Santa de 2021. Hay que pensar en un escenario de actos puntuales, selectivos o localizados, como recordatorio de una religiosidad popular.

Resignados, una vez más, surge la pregunta: ¿Qué puede ocurrir en 2022? Partiremos de estos cuatro supuestos perfectamente factibles. 1) En estas fechas una buena parte de la población habrá sido vacunada sin alcanzar la citada inmunidad total. 2) Los expertos pronostican que el virus continuará existiendo, pero mitigadas sus consecuencias. 3) Todavía no existirá el fármaco adecuado para contener el virus y 4) Subsistirá la necesidad de usar mascarillas, evitando aglomeraciones o concentraciones masivas. Con todo ello nos enfrentaremos a una Semana Santa 2022 un tanto light, diferente a lo vivido hasta 2019. Para confeccionar el guion de la previsible película de la Semana Santa 2022 conviene tener en cuenta los siguientes aspectos.

ESPECTADORES. Si las cosas no cambian demasiado es la parte más difícil de controlar. No depende exclusivamente de los organizadores. Primeramente, habrá que contar con la predisposición, opinión y coherencia de las administraciones públicas. Y en segundo lugar tenemos la incógnita del comportamiento y la responsabilidad individual de las personas. Atar todo ello es tarea ardua porque entran en juego intereses de todo tipo: políticos, económicos, sociológicos, turísticos y tradicionales. Contemplar los videos de procesiones de algunas famosas localidades resulta extraordinariamente revelador para darnos cuenta de que no es un plato de fácil condimento. Parece obvia la dificultad de cómo organizar toda aquella ensalada de público y asistentes. 

La procesión del Santo Entierro de Tarragona no se encuentra en esta tesitura de extremada y pasional expectación. La dispersión de espectadores por todo el recorrido es relativamente controlable y reconducible. La primera medida sería evitar las habituales concentraciones en lugares concretos como pl. de Palau, Pl. Catedral, Mercería, Baixada Misericordia, Pescateria. Luego vendría la redistribución en otros espacios amplios y abiertos como el paseo de Sant Antoní, pl. de la Font, La Rambla. Sin olvidar calles, actualmente, “desangeladas” de Sant Pau, Conde de Rius, Sant Agustí. Tarea de orientar, dirigir, reubicar al personal mediante una buena información. Dado el perfil de nuestro tipo de espectador, diferente a otros eventos festivos, estas medidas serían entendibles. El resto de procesiones quedarían supeditas en analizar cuáles son viables y de qué manera.

PASOS. Para 2022, con las actuales perspectivas, parece improbable verlos desfilar a costal o a hombros tipo Tarragona. Deberemos esperar hasta disponer de una fehaciente inmunidad. Por otra parte, existe la posibilidad de sacar los pasos de ruedas con portantes utilizando mascarillas o encapuchados. También el uso de andas. Todo ello ajustable a los requisitos o criterio de las autoridades componentes. No precisamente las de Málaga y otras semejantes. En otras partes, como Valladolid, no se observan demasiados inconvenientes.  Tampoco Orihuela y poblaciones con carrozas movidas a motor eléctrico o las simplemente empujadas por calles llanas.  

Tarda de Divendres Sant a la Plaça del Rei

En nuestra ciudad contamos con siete pasos a ruedas con posibilidades de salir si el listón marcado lo permite. Algunas imágenes emblemáticas y solitarias se podrían colocarse sobre andas de seis u ocho portantes o peanas a ruedas. En este supuesto entrarían la Soledat, el Sant Sepulcre, el Cristo del Buen Amor, el Jesús de la Oració a l´Hort, Vetlleu i Pregueu, Sant Sopar, Ecce Homo, etc.

LOGISTICA PROCESIONAL. Es relativamente menos difícil de compaginar. En general, las cofradías no ofrecerían inconvenientes para adaptarse a las exigencias de las autoridades. Hay ganas y necesidad de organizar algún tipo de procesión, aunque sea, bajo determinadas condiciones. Las medidas, seguramente, girarían entorno al número, control y separación de participantes, obligatoriedad de ir encapuchados o con mascarilla, músicos convenientemente distanciados, ordenación del recorrido o del número de procesiones, adaptar horarios, intervalos temporales, etc.   

COFRADIAS. Han pasado unos meses de conformismo e inoperancia. Ultimadamente aparecen signos de actividad e incipientes movimientos. Aspecto muy importante desde la vertiente humana y social. Dos años consecutivos sin Semana Santa significa un duro golpe a la afiliación y el ánimo de los seguidores. No es de extrañar que los responsables de las cofradías estén, actualmente, seriamente preocupados en evitar una deserción o disminución de la moral de sus congregantes. Alguien puso nombre a esta hipotética defección. Es la palabra, “desacostumbrarse” a un sentimiento, a una tradición, a una práctica, a una devoción, a una rutina de cada año.  Puede haber personas que a su cofradía o los actos de la Semana Santa la perciban como una cosa lejana, prescindible. Por esto la presente inquietud es la de llevar a cabo actos como una especie de recordatorio y memoria, evitar el olvido, manteniendo la llama de la ilusión. Por lo tanto la Semana Santa 2022 significaría un engrasar y poner de nuevo la maquinaria en marcha de cara a un futuro.

Es evidente que, con lo expuesto, el año 2023 debería constituir el de la definitiva RECUPERACION volviendo, paulatinamente, al sistema habitual. Pero, no nos engañemos, será preciso realizar un gran esfuerzo para RECOBRAR los distintos aspectos en que se sustenta una tradición de años: reincorporar la masa social, recomponer la economía, apoyos y ayudas, subvenciones, renovar directivas, además de poner en funcionamiento todo lo que gira o depende de la misma (portantes, componentes de bandas, acondicionamiento de pasos e imágenes, vestuario, enseres, …). Nos encontraremos ante un exigente “volver empezar”.     

La evolución sanitaria será clave. Aparecen diferentes opiniones de expertos de cara al futuro. Confiemos en los más optimistas. El Covid-19 nos habrá cambiado la vida a nivel personal, familiar, social, económico, laboral y quién sabe si también nuestras predilecciones, fundamentos o valores humanos, emergiendo nuevos parámetros psicológicos y sociológicos. En muchos lugares hubo otra travesía del desierto durante la pasada contienda civil, en otras dolorosas circunstancias y con una desgraciada destrucción del patrimonio de imágenes. Cosa no existente en la actualidad.  Acojámonos a este vaso medio lleno.     

Finalmente, un punto de reflexión. El tiempo deja huella en las personas. Tengo la intuición de que todo esto representará abrir una puerta a renovaciones en estructuras directivas de algunas cofradías. Quizás sea ocasión de confiar en la existencia de un relevo generacional, vulgarmente conocido como “introducir caras nuevas”. Necesariamente estas incorporaciones humanas tendrán la responsabilidad de emprender el camino de una reapertura y reconstrucción de la Semana Santa después de la pandemia. La tarea no es fácil pero tiene sus alicientes para llegar hacer historia. Han existido otros momentos de crisis desembocando en una inesperada revitalización y activación. Siendo positivos, es otra perspectiva con la que debemos contar. Solo nos queda desear que Dios nos acompañe por el páramo sentimental de dos años sin Semana Santa.